7 paseos que convertirán París en el amor de tu vida

Debo hacer un *disclaimer* antes de empezar este post:  la última vez que fui a París me desenamoré bastante. Pero ahora sé que fue porque tenía una una escala -de 7 horas, de las cuales sólo 2 pude realmente aprovecharlas bien – y fue un enredo salir del aeropuerto. Así que he decidido resetear eso de mi mente y  esperar por la próxima oportunidad.

En vez, para este post me acordé de la primera vez que fui: en invierno, con un frío que pelaba, más aún a bordo de un barquito por el Sena. Recuerdo especialmente la sensación de tener la cara completamente helada, como si el viento me cortara las mejillas con cuchillo.. y aún así París me pareció fascinante. Así que con ese espíritu armé este post, con el de quien va por primera vez a esta ciudad.  En ese viaje descubrí que París tiene un cierto poder sobre un@, de transformarte en una mejor versión de tí mismo. Una versión que se deja sorprender, que mira con ojos muy abiertos, y que está muy presente, como contando y sintiendo cada paso que da.

París se deja querer al cumplir varios sueños del viajero. El sueño de ver la torre Eiffel, de pasear por el Sena, de sentir las hojas caer en el otoño, de ver el atardecer en Montmartre.. de visitar algún mercado, algún café -también sacado de  película – de cruzar el Sena por nuestro puente favorito. Porque hay muchos, y siempre podemos escoger el que más nos guste.

Recordando mis visitas a París,  armé este post con 7 paseos para conocerla y también para enamorarse de esta ciudad. Ya sea de ella, de lo que vemos, o de nosotros, de lo que nos convertimos cuando pasamos por estos lugares. Estos paseos pueden hacerse todos en un viaje, o bien escoger algunos, dependiendo del tiempo que tengan. Incluso podrán hacer un par de ellos en un día, si es que sólo tuvieran unos días o unas horas. ¡Ojo que al final viene un mapa!

El Louvre y el jardín de Tuilleries, íconos de París

El Louvre no es sólo uno de los museos más visitados del mundo, sino también el antiguo palacio real de Francia -antes de construir Versalles-. Así, es una visita en sí mismo, aún si no vas a entrar al museo. Puedes tan sólo visitar la entrada, con las polémicas pirámides de cristal; éstas no gustaron a los parisinos cuando las pusieron, al igual que tampoco les gustó la torre Eiffel. Después de andar por el Louvre, en estricta línea recta puedes hacer el camino hacia el jardín de les Tuilleries .

Desde el Louvre hacia el jardín pasarás por el Arc de Triomphe du Carrousel, que se ve en estas imágenes. Este impresionante monumento de mármol da inicio al jardín. Como muchos de los arcos, fue construido en época de Napoleón para celebrar varias de sus conquistas por Europa. Si miras con cuidado, verás que está en la misma línea que su par más famoso, el Arc de Triomphe, que fue terminado unos años más tarde.

El jardín de les Tuilleries está lleno de pajaritos y de fuentes, como ésta. Es un paseo tranquilo, entre árboles perfectamente cortados, con muchos asientos para pararse un rato y contemplar los alrededores. Es un excelente lugar para sentarse a comer algo además. Parece ser un real oasis dentro del bullicio parisino.

Al final de él, se advierte la Place de la Concorde, con la fuente y su obelisco egipcio. Y el Arco de Triunfo si seguimos caminando, por allá al fondo.Si te quieres desviar un poco y continuar hacia el norte, puedes llegar hasta la Iglesia de la Madeleine y luego a la gran y maravillosa Opera Garnier. Y seguir al infinito también!

¿Seguimos?

El Arc de Triomf

El Arco de Triunfo, el famoso, corona toda esta línea que empieza con el Louvre. Si antes de empezar te quieres desviar un poquito, podrás combinar también con la visita al Palais Grand (en esta foto) y el Palais Petit. Ambos albergan museos y esta vista es posible obtenerla desde el Pont Alexandre III, mi favorito de París!

En los Champs Elysees hay principalmente tiendas, además de teatros, pero lo hermoso de la caminata es siempre mantener el arco a la vista y ver cómo se alinea con los árboles. Finalmente, ¡llegamos! TIP: Para llegar al arco, hay que bajar hacia la salida del metro que conecta con el arco de forma directa. No hay semáforos en esta rotonda gigantesca, en la que se enlazan nada más ni nada menos que..  ¡18 calles!

Otro tip: Si andan con poco tiempo, hay una línea de metro que pasa por el Arc de Triomf y que en pocas paradas te deja directo en la Gare du Nord. ¡Me salvó de perder un tren!

El puente Alexandre III y les Invalides

Ya que le echamos un vistazo, sigamos con esta zona. El pont Alexandre III nos lleva hacia Les Invalides, donde está el Museo de Armas de París y la tumba de Napoléon. Este puente es uno de los más conocidos sobre el Sena y a mí al cruzarlo me dio una sensación de estar cruzando el mundo. Creo que es mi vista favorita de París, el puente, con Les Invalides de fondo.

La tumba de Napoleón es reconocible desde la distancia, por su magnífica cúpula dorada. El recinto donde está el museo sirvió en su momento de hospital para los militares. La colección es impresionante, es posible conocer mucho de la historia de Francia a partir de ella. Me encantó su variedad, el contexto en el que se presentaba cada época de la historia y especialmente las secciones dedicadas a las Guerras Mundiales. No las esconde, las muestra. Ya les comentaré de esto en otro post.

Le Marais, uno de los barrios con más encanto de París

Le Marais es un barrio cool, conocido y lleno de tiendas y cafés con carácter, que sólo pasando por ellos se transforman en una experiencia diferente. Es una zona más de día a día, menos turistas, más ajetreo de parisinos. Una de las cosas que más me gusta cuando viajo es poder ver a los locales hacer su vida cotidiana. Sus mercados, tiendas, etc. En Le Marais hay todo eso y más.

Un ejemplo de cómo se puede recorrer este barrio es partir desde L’Hotel de Ville -la Municipalidad o Ayuntamiento de París- hacia la Place de la Bastille, donde estuvo alguna vez la famosa prisión que se quemó. Pero lo importante acá es adentrarse en sus pasajes pequeños, en algunas de sus plazas como la Place des Vosges, que en verano se llena de parisinos tomando el sol.

En el camino hacia La Bastille vale mucho la pena detenerse en el Museé Carnavalet: si es que pueden visitar sus jardines (¡está cerrado por renovación hasta fines de 2019!) , son un oasis de calma y una pequeña muestra de los palacios con jardines ordenaditos que hay en muchas partes de Francia.

El hotel de Ville

La zona que circunda al hotel de Ville de París arma un paseo entretenido y con mucho que visitar.  Partiendo desde el impresionante edificio del Hotel de Ville, es posible tanto ir hacia el núcleo artístico del Louvre, como hacia Notre Dame, cruzando hacia la Ille de la Cité. Pero muy cerquita del Ayuntamiento hay una atracción que sin duda vale muchísimo la pena, incluso si no te gusta demasiado el arte moderno, y es el Centre Georges Pompidou.

En sus alrededores está la Fuente Stravinsky, una fuente que data de la década de los ’80 y que refleja el espíritu artístico de los alrededores. El Centre Pompidou como edificio es una atracción en sí misma. ¡¡Fíjense en lo futurista que es!!. Para mí es uno de mis top 3 museos que he visitado y uno al que voy a volver, definitivamente (y por lo mismo, se viene post aparte).

Notre Dame, la reina de París

En París hay muchísimas iglesias dignas de visita. Pero sin duda Notre Dame, su catedral gótica, es uno de los símbolos. Y sus alrededores también, siendo esta isla en el Sena, el punto donde fue partió la refundación de la ciudad, en época medieval. Al ver Notre Dame más como templo que como ícono turístico, se puede de a poco ir descubriendo varios de sus secretos -como las esculturas por toda su fachada – y otros no tanto, como las famosas gárgolas. Y por supuesto, la escultura del jorobado, que anda por ahí en alguna parte.

La iglesia por dentro en sí misma es ya otra invitación a seguir descubriendo la historia y el presente de París..

Desde Notre Dame también es posible continuar visitando la isla, con edificios tan característicos como la Concergierie -antigua prisión- y la Saint Chapelle. Y al ser isla, los puentes que la conectan con el resto de la ciudad dejan vistas alucinantes.  Unos pocos ejemplos los dejo aquí:

Por otro lado, si quieren extender el paseo algo más, hay muchas opciones. Una buena es el barrio Latino, llegando a la Sorbonne y luego yendo hacia el Panteón, tal como te propongo en el mapa que está al final de este post. Y si aún te quedan ganas, puedes también ir hacia el Jardin de Luxembourg y su palacio.

La Tour Eiffel

Y por supuesto, ella.. la Tour Eiffel. Para finalizar este post agrego algunas ideas para visitar su entorno, aunque lo mejor es dejarse llevar. Para verla en todo su esplendor, y no olvidar esa primera vez, recomiendo llegar por el inicio del Camp de Mars, donde está la Escuela Militar. Allí es posible verla coronar los jardines, con el río Sena de fondo. Unos 20 minutos a pie nos separan de la Torre. Al llegar a ella es posible subirla por escalera o a pie, además de continuar paseo por el río Sena.

Este paseo se puede hacer de día o de noche, y al atardecer es posible ver cómo la torre se ilumina de a poco.

También pasear por sus alrededores es único; tanto las pequeñas calles, que ofrecen vistas como ésta, como también al extender un poco la caminata hasta el Sena, pasando por el Instituto de Cultura Japonés. Allí, surge un puente sobre el río,  el de Bir Hakheim, que ofrece panorámicas maravillosas del río y la ciudad a su alrededor.

París es mucho más que estas rutas, pero quise comenzar mis posts sobre la ciudad luz contándoles mis idas y vueltas, caminando por todos estos barrios e íconos. En cada uno de estos lugares hay historias que esperan ser descubiertas,  hay oasis de paz que nos permiten conectarnos y olvidarnos del bullicio, y hay también muchas posibilidades de conectarnos con otros, a través de su arte y la historia de la humanidad que encierra – y sigue produciendo- esta ciudad,