Después de un paréntesis de algunos años desde la primera vez que hice un viaje en avión, que cuento acá, vino la experiencia que hizo que volviera a viajar, una, y otra vez. Despertar en Barcelona, lo llamaría yo.
Pero antes de contarla, quería explicar por qué en este blog hay más información de destinos en Europa. Es porque mis viajes se han centrado en el viejo continente -porque pucha que es viejo!-. Pero esto no es al azar; la culpa de esto es principalmente de mi ciudad favorita: Barcelona.
Yo conocí Barcelona en sueños. En los ratos libres en la universidad pedía los libros de arquitectura y arte que podía, para ver si tenían imágenes de la ciudad, algo que me ayudara a conocerla (sÃí, habÃa Internet, pero las foto cargaban lento). Pero mi interés no partió porque fuera gran amante del arte o del diseño; como varias otras cosas en mi vida, partió desde mi otra gran pasión, el fútbol en general, y el FC Barcelona en particular, el equipo de mi vida.
Mi historia con el fútbol es bastante larga, no empezó en ese momento sino cuando era muy pequeña. En esos años universitarios sólo se volvió más intensa. Entonces lo único que quería era alguna vez ir al Camp Nou y apoyar a mi equipo. Soñé muchas veces que estaba en ese estadio, que caminaba por esas calles, sin haber estado nunca ahí. Y de repente, ¡pasó!
Me fui a estudiar unos meses a Barcelona -coincidentemente, el estadio quedaba a unas cuadras de la universidad, así que cuando tenía clases de laboratorio, podía ver a los jugadores entrenar; ¿conveniente, no?-. Al pasear por primera vez en sus calles, veía que todo era TAL CUAL lo había soñado. Es fácil imaginarse las obras de Gaudí porque están en todos los libros, pero hasta las calles eran iguales a como aparecían en mis sueños.
Entonces, recorriendo estas calles, no sólo viví lo que había soñado, sino que aprendí también a salir del sueño y a estar presente, en esa realidad que siempre había querido conocer. Ya no tenía necesidad de imaginar qué iba a pasar, o cómo me iba a sentir, porque la realidad estaba ahí. Y eso hizo que se me grabaran esos edificios, plazas y parques, y que empezara a vivir de forma más consciente.
Desde entonces vuelvo, siempre, a recorrer las mismas calles y los mismos barrios que una vez soñé, mirando con ojos nuevos, como si no hubiera visitado estos lugares antes. Y así, veo que, por ejemplo, el barrio gótico no es el mismo que hace un año-a pesar que está ahí desde hace cientos de años-, o que los edificios modernistas cambian -aunque fueron construidos hace casi un siglo-.
Cada visita regala otras perspectivas, y estoy suficientemente despierta como para verlo.
En mi última visita volví a un lugar – el cerro de Montjuic, en la foto arriba ⇑ – que no había visitado desde mis tiempos de estudiante. Caminé por sus jardines y los senderos hacia la cumbre, entre los árboles que dejaban sus recuerdos para el otoño. Y me di cuenta que lo que quería hacer distinto esta vez era compartir lo que esta ciudad me dejaba en cada visita. Y no sólo esta ciudad, sino que todos los lugares que visite.
¡Así que estaré en ello desde ahora, desde Despierta Viajando!.